VIII

Bienvenidos a todos los conversos,
transformados en sangre escasa y espesa,
en huesos afilados, transparentes,
en piel efímera y roja.

Bienvenidos a todos a este mundo de irrealidades,
donde vivimos en las arrugas,
en casas flotantes sin techos ni aristas rectas.
Donde no tenemos hambre ni sueño
simplemente estamos, inactivos como corrientes
como alegres maldiciones
como pretendidas naciones.
Huidos como mandatos.

Hay eternas ramas y un final caliente al gusto.
Hay sonidos crujientes,
limpias ventanas.
Soy una conversa de arenosa melodía
y he renunciado a todo tipo de pensamiento.