IX

Mi casa sobresale, naciente.
No es eterna, se arrastra a dos patas,
sufre por las noches.
Hace ruidos sordos y la reconstruyen,
menos entera, más modernista.

Nadie lo sabe, pero sus sombras no son naturales,
el rojo no marca ningún límite.
Los cimientos se ennegrecen
como las alfombras que guardan secretos
y sus habitantes nunca escuchan.

Yazco tumbada aunque no haya temblores,
espero despierta a que cierren las luces.
Mi espesura de mente
no me deja acabar.
Tengo cientos de escobas que barren solas,
y no distinguen entre suelo y muebles.