XIV

Has analizado desde tu palpitar mi cráneo con tus manos,
me has besado con una boca ciega de pura saliva
suculenta y dulce.
He saltado sobre ti y hemos caído rodando hasta la poza,
ahuyentando a las serpientes y los engaños.
No estamos aquí para cumplir nuestros deseos,
pero me has tocado y de tu ojo ladeado caía una lágrima
evaporada.
Me he sentado a horcajadas sobre ti y este abrazo,
este ritmo de bocas, manos y caderas
me hace creer que avanzamos
palpando el relieve
hacia lo sagrado.